miércoles, 2 de octubre de 2013

Al principio sentí miedo



Al principio sentí miedo, lo reconozco, pues debía afrontar lo desconocido prácticamente a solas. Si me capturaban, nadie vendría en mi ayuda. Estaba en un planeta inhóspito para mí. Era la primera misión de este tipo. No podía defraudarles. Había tenido que esperar muchos años para poder participar y allí estaba, al fin.

Era la primera vez que la visita a este planeta tenía como objetivo establecer contacto con sus habitantes. Si bien la misión era más bien sencilla, tenía su riesgo pues no sabíamos cómo reaccionarían esos seres tan agresivos si descubrían mis orígenes. Por mi parte, sólo verlos me producía un gran espanto y repulsión, pero estaba decidido a llevar a cabo mi misión hasta las últimas consecuencias.

Me habían dado sólo tres días para mezclarme con ellos, conocer sus actividades y costumbres, investigar su hábitat y su vida gregaria, y aprender, aunque sólo fuera rudimentariamente, su extraño lenguaje. Todo tenía que hacerlo sin levantar sospechas. Luego, debía volver a la nave con todo el material y abandonar ese planeta sin que nos vieran despegar. Toda esa información sería vital para saber hasta qué punto podríamos, en un futuro, establecer con ellos un contacto directo y pacífico.

Habían sido muchos los años de preparativos e inversiones millonarias y todo en el más absoluto secreto. Primero, logramos convertir su atmosfera en respirable gracias a ese convertidor de gases que me implantaron en la cavidad bucal, luego conseguimos emular su aspecto físico con esa especie de segunda piel, un trabajo magnífico de nuestros ingenieros del departamento de síntesis de polímeros. Pero no fue hasta que conseguimos mimetizar la nave con el entorno, para así evitar ser descubierta, cuando el proyecto recibió luz verde.

¡Y pensar que todo nació a partir de esos especímenes que habíamos logrado capturar años atrás! ¡Vaya revuelo que se armó! Que si el gobierno conocía la existencia de vida en otros planetas y lo negaba, que si se habían capturado unos seres de una nave alienígena y se estaba experimentando con ellos, etc., etc. Hasta ahora habíamos logrado ocultar todas las pruebas pero, de salir bien esta misión, el gobierno estaba decidido a revelar la verdad.

Y ahí estaba yo, con mi traje de camuflaje, una réplica perfecta de su caparazón externo, incluida esa vestimenta tan extravagante con la que se cubren. Lo único que desentonaba un poco era mi estatura, quizá demasiado alta para ellos, pero luego me tranquilicé al comprobar que también había individuos de mi complexión, aunque fueran más bien pocos.

Cuando aterrizamos era de noche en esa cara de su planeta, pues su sol se había ocultado ya. Afortunadamente, las luces que despedían sus madrigueras me ayudaron a ubicarme y dirigir mis pasos hacia mi primer objetivo, una estructura baja y rectangular rodeada por un muro no más alto que yo que, supuse, debía actuar de defensa. Recuerdo que inspiré tan hondo que, a pesar del convertidor de gases, su atmósfera tan rica en neptógeno casi me tumba.

Pero lo peor vino después, pues cuando acababa de franquear la entrada exterior de ese insólito habitáculo, un ser extraño que no teníamos catalogado, surgido de la oscuridad, se abalanzó sobre mí profiriendo unos horribles aullidos. Creía que me iba a despedazar. Sus rugidos debieron despertar a los habitantes de la guarida porque, de repente, se encendieron más luces y poco después sentí cómo unas garras me sujetaban con fuerza. Acababa de realizar mi primera incursión y ya había sido descubierto. Debía comportarme con la máxima naturalidad si quería sobrevivir, hacerme pasar por uno de ellos, ese era el plan, pero era incapaz articular una sola palabra sin desenmascararme.

El pánico se apoderó de mí. Tantos preparativos para eso. Tenía que aplicar el plan B. Lo único que debía hacer, para empezar, era simular una incapacidad para emitir sonido alguno. Me mostraría dócil y ya vería el modo de escaparme cuando estuvieran más confiados.

Pero lo que debía ser un breve cautiverio, tras el cual debía poder reanudar mi proyecto en otra parte, sin levantar sospechas sobre mis orígenes e intenciones, se ha convertido en algo que nunca hubiera llegado a imaginar.

Siento que después de tantos años de investigación, de esfuerzos y de inversiones, les haya fallado de esta forma pero quién me iba a decir a mí que me encontraría con algo así, algo superior a mis fuerzas. No me habían preparado para esto.

Según su calendario solar, han pasado ya tres años. He aprendido su lenguaje, si bien ellos creen que me han enseñado a hablar tras superar un problema de  fonación. Su aparente agresividad no es tal y se han mostrado conmigo muy sociables. Me han acogido como a uno de los suyos pues eso es lo que creen que soy. Mucha inventiva he tenido que utilizar para que no descubrieran mi origen. Aunque he tenido que hacer un esfuerzo de adaptación, me siento muy bien entre ellos. Y es que, la verdad sea dicha, viven mucho mejor que nosotros. Aunque están más atrasados en algunos aspectos, en otros nos llevan la delantera. Lo único a lo que no me he acostumbrado todavía es a su régimen alimenticio pero tengo entendido que no en todas las zonas del planeta se alimentan igual. Tendré que explorar.

Me siento como un traidor pero me he acabado adaptando tan bien a su forma de vida que ya no quiero volver y, aunque sé que me han estado buscando, este disfraz que ellos mismos diseñaron está resultando ser un perfecto sistema de camuflaje pues con sólo unos retoques ya no parezco el mismo. Sólo espero que esta segunda piel resista bien el paso del tiempo y que, antes de que se deteriore y deje de serme útil, haya podido disfrutar mucho tiempo de esta nueva vida.

No quiero ni pensar qué harán conmigo cuando llegue el momento de la verdad, cuando descubran que han sido engañados durante tanto tiempo. Y respecto a mis congéneres, espero que, cuando por fin me encuentren, sean indulgentes conmigo. No sé si me comprenderán, no sé si entenderán mi debilidad, lo que me ha motivado a traicionarles, porque me resultará difícil de explicar qué es eso del American way of life.



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